- Éxodo 38:8 “También hizo la fuente de bronce y su base de bronce, de los espejos de las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión.”
Esta fuente de bronce estaría entre el altar, que prefigura la cruz de Cristo, y el lugar santo y santísimo; y allí los sacerdotes se lavarían antes de entrar a ministrar en el tabernáculo como tal.
Al estar después del altar nos indica que este lavamiento corresponde con el de Juan 13:10 “Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos.” No trata con “el perdón de nuestros pecados”, lo que ya ocurrió en la cruz, y a lo que Jesús llama “El que está lavado” – con su sangre preciosa. Sí trata con ese “confesar nuestros pecados” para ponernos a cuentas con Dios; lavar nuestros pies, pues andamos en un mundo de pecado dentro de un cuerpo de pecado. Así, cada día debemos ponernos a cuentas con Dios, y permitir que nuestros pies sean lavados.
Pero lo interesante es notar que esta fuente había sido hecha de “espejos”. Si recordamos bien, tanto en 1 Corintios 13, como en Santiago 1, se hace referencia a la Palabra de Dios como a un espejo. A la misma vez, se nos dice en 2 Corintios 3:18 “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” y en Efesios 5:25-26 “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,” Es decir, la fuente que era usada para que se lavaran los sacerdotes, antes de entrar a ministrar al Señor en el tabernáculo, tipifica este lavamiento del agua por la palabra… El agua es el Espíritu Santo, y la palabra es ese espejo que nos permite entender nuestras imperfecciones, al compararnos con la misma gloria del Señor. Al estar en la Palabra del Señor, en la llenura del Espíritu, somos lavados (nuestros pies) por el mismo Señor Jesucristo. Si queremos ser instrumentos santos y útiles al Señor, ¡cuán importante se hace estar en su palabra, llenos del Espíritu, cada día!
MARANATA – EL SEÑOR VIENE
1 CORINTIOS 16:22
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